LA IGLESIA

LA IGLESIA
CATALINA PADILLA - JESICA BURBANO

jueves, 4 de febrero de 2010

lunes, 1 de febrero de 2010





La palabra iglesia proviene de la voz griega ἐκκλησία (transliterado como ekklēsía) via el latín ecclesia, algunos pasajes del Nuevo Testamento podría combinar ambas ideas (la hebrea y la griega) o solo una de ellas, dando por eso profundo y complejo significado a las palabras de Jesús de Nazaret a Simón Pedro recogidas en el Evangelio según san Mateo:
Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del hades no prevalecerán contra ella.
Mt 16, 18
Por otro lado, otros orígenes etimológicos de Iglesia se observan en idiomas distintos al castellano.
En algunos pasajes de la Biblia su uso en singular hace referencia a una congregación local y específica, es el caso del relato en Hechos:
Y llegó la fama de estas cosas á oídos de la iglesia que estaba en Jerusalem: y enviaron á Bernabé que fuese hasta Antioquía.
Hch 11, 22 (TR1894 y RVA)
Con todo, los estudiosos concuerdan en que las Escrituras hacen poca distinción entre el singular y el plural, por eso, del mismo modo, Iglesia puede hacer referencia a una reunión de creyentes en un
hogar.
La Iglesia universal
En un primer plano, la Iglesia sería el conjunto de todos los cristianos, congregados en virtud del
bautismo. En la mayoría de denominaciones se cree que todos los bautizados conforman una sólo cuerpo con Cristo a la cabeza: la Iglesia entonces el cuerpo místico de Cristo.
Lo común de cada iglesia cristiana y cada cristiano es que, todos creen en Cristo, es decir ponen su esperanza y confían en Jesucristo para su salvación. Tienen Fe en Jesús, el Hijo de Dios.
En español, "Iglesia" con mayúsculas se refiere a la Iglesia Católica Romana, congregada en torno al Papa y los obispos, supuestos sucesores de los apóstoles.
La Misión:
Surge del envío que Jesús hace a sus discípulos para anunciar y significar la Buena Nueva
Tiene una importancia decisiva para los discípulos. Esta importancia queda confirmada por la abundancia de textos misioneros que aparecen en los Evangelios
Tiene como contenido fundamental a Jesucristo como Salvador Por medio de Él, Dios ofrece a todos los hombres una vida nueva.
Se acompaña de gestos significativos y reales que hacen visible y creíble la verdad de su mensaje

La
Iglesia Católica se ve a sí misma y se proclama como la encargada por Jesucristo para ayudar a recorrer el camino espiritual hacia Dios viviendo el amor recíproco y por medio de la administración de los sacramentos (bautismo, eucaristía, confirmación, penitencia, matrimonio, orden sacerdotal y unción de los enfermos), a través de los cuales Dios otorga la gracia al creyente.
CARACTERISTICAS
La Iglesia Católica considera que tiene encomendada la
misión de elaborar, impartir y propagar la enseñanza cristiana, así como la de cuidar de la unidad de los fieles. Debe también disponer la gracia de los sacramentos a sus fieles por medio del ministerio de sus sacerdotes. Además, la Iglesia Católica se manifiesta como una estructura piramidal, en la que debe cuidar de mantener la unidad de todos los fieles y su obediencia a la doctrina oficial.
Atributos de la Iglesia Católica
Los católicos profesan su fe en los cuatro atributos de la Iglesia Católica a través del Credo de los Apóstoles y del Credo de Nicea-Constantinopla, por lo que se las tiene como Artículo o Dogma de Fe.
Los cuatro atributos de la Iglesia Católica son: Unidad, Santidad, Catolicidad, apostolicidad.
Unidad: La Iglesia es una debido a su origen, Dios mismo. Dios es uno. Es una debido a su Fundador, Cristo. El apóstol San Pablo, en su 1º Carta a los Corintios, hace referencia a la Iglesia como Cuerpo de Cristo. "Las partes del cuerpo son muchas, pero el cuerpo es uno; por muchas que sean las partes, todas forman un solo cuerpo" (1º Co. 12, 12). En otra carta, también Pablo enseña sobre este atributo: "Mantengan entre ustedes lazos de paz y permanezcan unidos en el mismo espíritu. Un solo cuerpo y un mismo espíritu, pues ustedes han sido llamados a una misma vocación y una misma esperanza. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está por encima de todos, que actúa por todos y está en todos." (Ef. 4, 3-6).Cristo mismo enseña y ruega por esta unidad característica de la Iglesia fundada por Él: "Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado". (Jn. 17, 20-21).
Santidad: la Iglesia Católica, a pesar de los fallos y faltas de cada uno de los creyentes que aún peregrinan en la Tierra, es en sí misma santa pues Santo es su fundador y santos son sus fines y objetivos. Asimismo, es santa mediante sus fieles, ya que ellos realizan una acción santificadora. En la Iglesia Católica es quien contiene la plenitud total de los medios de salvación, y en donde se consigue la Santidad por la gracia de Dios. Es Santa porque sus miembros están llamados a ser santos.
Catolicidad: con el significado de "universal" la Iglesia Católica es católica en cuanto busca anunciar la Buena Nueva y recibir en su seno a todos los seres humanos, de todo tiempo y en todo lugar; dondequiera que se encuentre uno de sus miembros, allí está presente la Iglesia Católica. y también, como lo señala el Catecismo de la Iglesia Católica, es católica porque Cristo está presente en ella, lo que implica que la Iglesia Católica recibe de Él la plenitud de los medios de salvación.
Apostolicidad: la Iglesia Católica fue fundada por Cristo sobre el fundamento de Pedro, Cabeza de los Apóstoles, y constituyendo en autoridad y poder a todo el Colegio Apostólico; aseguran que Pedro y los demás Apóstoles tienen en el Papa y los Obispos a sus sucesores, que ejercen la misma autoridad y el mismo poder que en su día ejercieron los primeros, proveniente directamente de Cristo. También es apostólica porque dicen que guarda y transmite las enseñanzas oídas a los apóstoles.
Según el catolicismo, estos atributos se encuentran en todas las Iglesias particulares que engloba la Iglesia católica, que son las
Iglesias particulares de la Iglesia católica Romana (Rito Latino) y las Iglesias Rituales Autónomas (Ritos Orientales); todas ellas tienen en común los mencionados atributos o características esenciales y la autoridad suprema del Supremo Pontífice como vicario de Cristo en la Tierra.
Por lo tanto, la Iglesia católica se considera a sí misma como heredera de la tradición y la doctrina de la iglesia primitiva fundada por
Jesucristo y, por lo tanto, como la única representante legítima de Cristo en la tierra, mediante la figura de los obispos, sucesores sin interrupción (siempre según esta creencia) de los apóstoles, y herederos, por lo tanto, del mandato de Jesús de cuidar de su Iglesia (en el evangelio según Juan 21:17, Jesús le dice a Pedro "Apacienta a mis ovejas"). De allí el lema "Donde está Pedro está la Iglesia" (Ubi Petrus ibi ecclesia).
Historia
Según la doctrina católica,
Jesús fundó una comunidad cristiana jerárquicamente organizada y con autoridad, dirigida por los apóstoles Posteriormente los apóstoles y los primeros seguidores de Jesús estructuraron una iglesia organizada, al repartir responsabilidades entre obispos, presbíteros y diáconos, a medida que iban propagando el cristianismo.
Una carta escrita poco después del año 100 por san
Ignacio de Antioquía a los de Esmirna es el texto más antiguo que se conserva "Allí donde aparezca el obispo, allí debe estar el pueblo; tal como allí donde está Jesús, allí está la Iglesia Católica." De esta Iglesia él evidentemente excluía a los herejes, contra los cuales usó palabras muy fuertes: "fieras en forma humana - hombres a quienes no sólo no deberíais recibir, sino, si fuera posible, ni tan sólo tener tratos con ellos"
Dentro de esta Iglesia católica, el obispo de Roma llegó a tener una importancia particularmente grande. Según algunos, esto fue por motivos políticos: Roma fue la capital del Imperio Romano hasta que el Emperador
Constantino I el Grande hizo de Constantinopla la nueva capital, el 11 de Mayo de 330 . Otros atribuyen esta importancia al hecho, reconocido entonces por todos, que el obispo de Roma era sucesor de san Pedro, a quien, según el Evangelio de Lucas 22:32, Jesús eligió para la misión de confirmar en la fe a sus compañeros. Incluso en el primer siglo, cuando todavía vivía el Apóstol Juan, el papa Clemente, obispo de Roma 89-97, escribió a la comunidad cristiana de Corinto para resolver un problema interno de esa Iglesia particular.
La tradición que San Pedro fue a Roma y ahí murió martirizado se basa también en esta carta de san Clemente.
El
Concilio de Nicea I (325) condenó el Arrianismo excluyendo de la Iglesia los seguidores de esta opinión teológica. Otros Concilios también definieron más precisamente la fe católica y excluyeron a otros grupos, en particular los Concilios de Éfeso (431) y de Calcedonia (451)
Edad Media
La Iglesia católica, que en su momento abarcó todo el territorio del Imperio Romano (desde Hispania hasta
Siria), adquirió en gran parte su forma actual luego del todavía insoluble Gran Cisma entre sus porciones de Occidente y Oriente (cuya iglesia, aún denominada como "Católica Ortodoxa", pasaría a ser conocida solo por esta última palabra) ocurrido en el año 1054 a causa de las rivalidades entre los patriarcados de Roma y Constantinopla y, teológicamente, alrededor de la cláusula filioque.
El rechazo de la autoridad papal por causas de independencia política y económica y el rechazo de
Martín Lutero al hecho de que se cobrara dinero por las indulgencias, provocó el surgimiento del protestantismo en 1517, otro importante cisma siguió con el surgimiento de la Iglesia Anglicana (nacida del Acta de Supremacía inglesa en 1534).
CaracterísticasEn la Profesión de Fe (Credo) los cristianos hablamos de cuatro atributos inseparables de la Iglesia, que indican sus rasgos esenciales y su misión, según la voluntad de Cristo. Decimos que la Iglesia es:
- UNA. Tiene un solo Señor, confiesa una sola fe, nace de un solo Bautismo, forma un solo cuerpo, vivificado por un solo Espíritu, orientado a una única esperanza a cuyo término se superan todas las divisiones. - SANTA. Dios Santísimo es su autor. Cristo su Esposo, se entregó por nosotros para santificarla; el Espíritu de Santidad la vivifica, aunque esté formada por pecadores. En los santos brilla su santidad; y en María que es ya la enteramente santa. - CATÓLICA. Quiere decir UNIVERSAL. Anuncia la totalidad de la fe, lleva en sí y administra la plenitud de los medios de salvación; es enviada a todos los pueblos; se dirige a todos los hombres; abarca todos los tiempos; es por su propia naturaleza, misionera. - APOSTÓLICA. Está edificada sobre sólidos cimientos (los 12 apóstoles) Jesús prometió "estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt. 28,20) Cristo la gobierna por medio de Pedro y los demás apóstoles, presentes en sus sucesores, el Papa y el Colegio Episcopal (de Obispos).

Sus miembrosCristo al ser ungido por el Padre con el Espíritu Santo ha quedado constituido como Sacerdote, Profeta y Rey. Cristo ha comunicado la misma unción del Espíritu al pueblo por Él fundado, convirtiéndolo en pueblo, haciéndole partícipe de su dignidad y misión.
Cada miembro de la Iglesia, por su Bautismo es convertido en:
· SACERDOTE: Es un sacerdocio común de los fieles, por el cual todos estamos llamados a la perfección de la santidad, se ejerce a través de la oración, la ofrenda de sí mismo, el testimonio que se da de Cristo. Se alimenta y se expresa en la participación de los sacramentos.
· PROFETAS: El pueblo de Dios participa del carácter y misión profética de Cristo, dando testimonio de Él con su vida de fe y de amor. Perdura en la Iglesia el testimonio de los Apóstoles que nos transmitieron lo que habían visto y oído. Para dar este testimonio, el Espíritu de la Verdad suscita y sostiene en todo el pueblo el sentido sobrenatural de la fe, con el que bajo la dirección del Magisterio Eclesial, acoge la Palabra, se adhiere indefectiblemente a la fe transmitida, la profundiza con juicio recto, la aplica a su vida y la difunde a los demás.
· REY: Cristo es Rey y Señor del Universo, porque por haber sido obediente hasta la muerte y haberse hecho servidor de todos, fue exaltado por el Padre que le sometió todas las cosas. Cristo comunicó este poder a sus discípulos para que también ellos dispusieran de una libertad soberana y vencieran el reino del pecado. Los Cristianos ejercen su realeza sirviendo a Cristo en sus hermanos, sobre todo en los más pobres y necesitados.


HISTORIA DE LA IGLESIA.


(30-70 d.C.)

El Tiempo de Jesús y de los Apóstoles
La muerte y resurrección de Cristo.
Nace la fe cristiana y es predicado el evangelio de la gracia.
(70-312)

La Era del Cristianismo Católico
La expansión de la fe cristiana; martirio de los primeros cristianos.
Surgimiento de las primeras herejías; primeros concilios de la iglesia y canonización de las Escrituras.
(312-590)

La Era del Imperio Cristiano
Constantino proclama al cristianismo como la religión oficial del Imperio Romano; Era de los grandes concilios.
El cristianismo se convierte en la fe de las masas; comienzo del monasticismo.
(590-1517)

La Edad Media
La caída de Roma y el imperio Bizantino.
Monjes Benedictinos son enviados como misioneros; el papa se convierte en el "gobernante" de la iglesia.
Las Cruzadas: La iglesia conquista al mundo pero pierde su alma.
(1517-1648)

La Era de la Reforma
Martín Lutero y el movimiento protestante.
El comienzo de las denominaciones - Ejemplos: Luteranos, Reformados, Anabaptistas y Anglicanos.
El papado pierde su poder e influencia.
(1648-1789)

La Era de la Razón y Reavivamiento
Secularismo -- La mente se convierte en dios; la gente comienza a preguntarse: "¿Quién necesita a Dios?"
Reavivamientos tales como el Pietismo, el Metodismo, y el Gran Despertar, buscan restaurar a Dios en la vida pública.
(1789-1914)

La Era del Progreso
El mensaje de Cristo es llevado a tierras lejanas, pero la fe continúa saliendo de la vida pública.
Sociedades pluralistas y totalitarias no ven relevancia en el cristianismo.
(1912-actualidad)

La Era de las Ideologías...



En las anteriores páginas hemos estudiado que es la Iglesia, como se organiza y que importancia tiene en nuestra sociedad.
Ahora miraremos cuál fue el recorrido por la historia que tuvo a travesar esta para poder consolidarse como la organización religiosa que conocemos hoy en día.
Para comenzar debemos decir que la historia por la cuál comienza la iglesia pasa por distintos momentos; marcados por la alegría, tristeza, persecución, división y ansias de poder pero todo ha sido en nuestra opinión para alcanzar un fin. Unir a la humanidad en un credo, caracterizado por las enseñanzas de Jesús para lograr el amor universal.

EDAD ANTIGUA.

Raíces del cristianismo…

Después de haber investigado y leído, sabemos que las raíces del Cristianismo se encuentran en el Judaísmo; miremos un poco de lo que implico el trasfondo del Judaísmo en el nacimiento del Cristianismo.
Como todos sabemos Jesús y sus primeros
discípulos fueron judíos. Y vivieron en lo que conocemos como Palestina. Este lugar tuvo su propia historia, no solo porque aquí vivió Jesús; sino también por diferentes acontecimientos históricos, culturales y políticos que explicaremos brevemente.


Palestina siempre había sido disputada por su ubicación geográfica, ya que estaba en medio de dos grandes rutas comerciales: Egipto y Mesopotamia, Arabia y Asia menor. Alejandro Magno derrotó a los persas y luego se adueñó de Palestina. Su ideología era de unir a toda la humanidad bajo una misma civilización de tonalidad marcadamente griega conocida como Helenismo. Para los judíos el Helenismo era una amenaza para su religión, pues la filosofía helenística era marcadamente materialista. La presión del helenismo era constante y la fidelidad de los judíos a su Dios y sus tradiciones también. Esta presión desató una rebelión por una parte de los judíos "macabeos", quienes se rebelaron contra el helenismo de los seleucos, quienes pretendían imponer sus ideales. Luego en la historia se presenta el romano Pompeyo en el 63 aC. Quien toma Palestina deponiendo al último de los macabeos "Aristóbulo II. La política romana era tolerante a la religión y las costumbres de los pueblos conquistados.

Durante este tiempo existían grupos religiosos; los fariseos que eran un partido del pueblo y no gozaban de las ventajas materiales que otorgaban el régimen romano y el helenismo, también velaban por cumplir la ley en los momentos difíciles, creían el la resurrección y en la existencia de los ángeles. Los saduceos eran el partido de la aristocracia, cuyos intereses le llevaban a colaborar con el régimen. Eran aristócratas y conservadores, no creían en la resurrección y ni en los ángeles. Los Zelotes eran el partido que se oponían tenazmente al régimen romano. Todos los partidos y todas las sectas tenían algo en común; compartían el monoteísmo ético; creencia en un sólo Dios y la esperanza escatológica; guardaban la esperanza mesiánica, creían firmemente que el día llegaría cuando Dios interviniera en la historia de Israel y el cumplir un reino de paz y Justicia.
Después de haber visto el contexto en el cuál vivió Jesús y sus discípulos; fundadores del Cristianismo podemos observar como ellos vivieron en el seno de una religión milenario; que comenzó con la promesa de la Tierra Prometida, que Dios le hace a Abraham, en relatos recopilados en el Antiguo Testamento. Por en de la cristiandad recoge algunos elementos como:
El cristianismo continuó utilizando las escrituras hebreas, convirtiéndose el
Tanaj en lo que se conoce como el Antiguo Testamento y aceptando muchas doctrinas fundamentales del judaísmo, como el monoteísmo y la única deidad del judaísmo, Yahvé, y la creencia en un moshiach, término hebreo usualmente traducido como Mesías en español, el cual es equivalente a Cristo.
Muchos de los patrones encontrados en el judaísmo de la época de Jesús, se aplicaron también, como la adaptación de la forma litúrgica de la adoración en la
sinagoga a la iglesia o templo, la oración, la utilización de las sagradas escrituras, un calendario religioso, el uso de la música en himnos y oración; además de disciplinas como el ayuno. Los cristianos adoptaron inicialmente las traducciones griegas de las escrituras judías, conocidas como la Septuaginta, como su propia Biblia, y más tarde se canonizaron muchos de los libros del Nuevo Testamento.



Jesús como figura principal en el Cristianismo:

Casi toda la información de la que se dispone sobre la vida de Jesús y los orígenes del cristianismo, proviene de aquellos que proclamaban ser sus discípulos. Considerando que escribieron más para convencer a los creyentes que para satisfacer la curiosidad histórica, esta información consta por lo común de más preguntas que respuestas, y nunca se ha podido armonizar dentro de un coherente y satisfactorio orden cronológico. Dada la naturaleza de las fuentes, es imposible, excepto de un modo especulativo, distinguir entre las enseñanzas originales de Jesús y el desarrollo que tuvo este magisterio dentro de las primeras comunidades cristianas.

Lo que sí se sabe es que tanto la persona como el mensaje de Jesús de Nazaret, desde épocas muy tempranas, logró tener seguidores que creían en él como en un nuevo profeta. Sus palabras y hechos se interpretan a la luz del milagro de su resurrección. Los primeros cristianos concluyeron que lo que Él había demostrado ser, a través de su resurrección, ya lo debía haber sido antes, cuando caminaba entre los habitantes de Palestina e incluso antes de haber nacido del vientre de María de acuerdo con su condición divina y, por tanto, eterna. Se inspiraron en el lenguaje de las Sagradas Escrituras (la Biblia hebrea, que los cristianos llamaron Antiguo Testamento) para componer un relato de la realidad “siempre antigua, siempre nueva”, que habían aprendido a conocer como apóstoles de Jesucristo. Creyendo que era deseo y mandato de Jesús el que se unieran y formaran una nueva comunidad de lo que aún quedaba rescatable del pueblo de Israel, estos judíos cristianos formaron la primera Iglesia en Jerusalén. Consideraban que ése era el lugar más apropiado para recibir lo prometido: el don del Espíritu Santo y de una innovación espiritual.


Jesucristo es la figura principal del cristianismo. Nació en Belén, Judea.
Para la religión Cristiana, Jesús fue el Hijo de Dios encarnado y concebido por María, la mujer de José, un carpintero de Nazaret. El nombre de Jesús se deriva de la palabra hebrea Joshua, que completa es Yehoshuah (‘Yahvé es salvación’); y el título de Cristo, de la palabra griega christos, a su vez una traducción del hebreo mashiaj (‘el ungido’), o Mesías. Los primeros cristianos emplearon Cristo por considerarle el libertador prometido de Israel; más adelante, la Iglesia lo incorporó a su nombre para designarle como redentor de toda la humanidad.
En compañía de sus discípulos, Jesús estableció su base en Cafarnaum y viajó a los pueblos y aldeas cercanas para proclamar la llegada del Reino de Dios, como hicieron muchos profetas hebreos antes que él. Cuando los enfermos de cuerpo o espíritu se acercaron a él en busca de ayuda, los curó con la fuerza de la fe. Insistió en el amor infinito de Dios por los más débiles y desvalidos, y prometió el perdón y la vida eterna en el cielo a los pecadores siempre que su arrepentimiento fuera sincero. La esencia de estas enseñanzas se encuentra en el sermón de la montaña (Mt. 5,1-7), que contiene las bienaventuranzas (5,3-12) y la oración del Padrenuestro (6,9-13).
Después de algún tempo Jesús es crucificado y según la tradición resucita, cumpliendo así la promesa de Salvación para la Humanidad y la Redención de los pecados.

Todos los Evangelios señalan que después de su resurrección Jesús siguió enseñando a sus discípulos sobre asuntos relativos al Reino de Dios. También les encomendó una misión: “Id, pues... haced discípulos de todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt. 28,19). Lucas (24,50-51) también relata que, en Betania, Jesús fue visto ascender a los cielos por sus discípulos. Los Hechos de los Apóstoles 1, 212 recogen que la ascensión ocurrió cuarenta días después de la resurrección. Todas las doctrinas de su ministerio fueron desarrolladas en los principios fundamentales de la teología cristiana.







Los inicios del cristianismo:

La historia de la Iglesia cristiana comienza con el descenso del Espíritu Santo sobre los Apóstoles. Antes de su Ascensión al cielo, nuestro Señor Jesucristo mandó a sus apóstoles que no se apartasen de Jerusalén hasta ser revestidos de poder supremo desde lo alto. En el quincuagésimo día después de la Pascua, en la festividad judía de Pentecostés, que coincidió con un domingo, los apóstoles se reunieron para rezar. Asimismo se encontraba presente junto a ellos la Madre de Dios y algunos otros cristianos, en total 120 personas. Como a las 9 de la mañana de repente se oyó un ruido parecido al de un viento fuerte, y este sonido llenó la casa del monte Sión donde se hallaban los Apóstoles y sobre cada uno de ellos descansó una dividida lengua de fuego. Las señales externas eran necesarias para los hombres de aquella época, todavía insuficientemente espirituales, para llevarlos a la fe. Los Apóstoles sintieron una gran animación, esclarecimiento y sed de predicación de la salvadora Palabra de Dios, o sea, la Santa doctrina de nuestro Señor Jesucristo. Repentinamente obtuvieron la capacidad de expresarse en varios idiomas.



Para las fiestas de Pascua y Pentecostés, en Jerusalén se reunían los hebreos procedentes de diversos países. Viviendo durante tiempo prolongado fuera de Palestina, olvidaron la lengua hebrea, de suerte que sólo hablaban los idiomas de los países donde moraban permanentemente. Por tanto fueron llamados "helenistas," mientras que los gentiles que fueron convertidos a la fe judía se denominaban "prosélitos." Para la fiesta de Pascua se juntaron en Jerusalén entre uno y dos millones de ellos. Muchos de ellos sintieron el ruido y se reunieron alrededor de la casa donde se encontraban los Apóstoles. Éstos salieron y comenzaron su predicación dirigiéndose a cada uno en el idioma de su país. Algunos quedaron asombrados, mientras que otros se burlaban, diciendo: "Están embriagados del vino dulce." Entonces, el Apóstol Pedro, a quien acompañaban los otros once Apóstoles, pronunció palabras potentes, diciendo que ellos no estaban embriagados ya que no es más que la hora de la mañana, sino que Dios hizo cumplir la profecía del santo Profeta Joel referente al descenso del Espíritu Santo. También el Apóstol Pedro dijo acerca del Salvador, "a Quien vosotros habéis matado, pero Dios Lo ha resucitado, y Él, después de su gloriosa Ascensión, ha enviado al Espíritu Santo." El sermón del Apóstol Pedro estuvo impregnado con la fuerza espiritual y con el amor para con los extraviados judíos. Estos se enternecieron y preguntaban: "¿Qué tenemos que hacer?" El Apóstol contestó: "Arrepentís y recibid el bautismo para la absolución de los pecados, luego obtendréis el don del Espíritu Santo." En aquel día fueron bautizados 3.000 hombres. Después de Pentecostés los Apóstoles Pedro y Juan iban hacia el templo para orar. En la entrada del templo se encontraba sentado un mendigo, cojo desde su nacimiento, que no podía caminar y suplicaba por una limosna. El Apóstol Pedro le dijo: "No tengo ni plata ni oro, pero lo que tengo te doy: en nombre de Jesús Nazareno Cristo, levántate y anda." Éste saltó y se alejó alabando a Dios. Este milagro impresionó mucho al pueblo. Después de las palabras pronunciadas por el Apóstol Pedro se bautizaron 2.000 hombres. De esta manera, el número de los cristianos dentro de un corto lapso ascendió hasta 5.000 personas.


Jerusalén era el núcleo del movimiento cristiano; al menos lo fue hasta su destrucción a manos de los ejércitos de Roma en el 70 d.C. Desde este centro, el cristianismo se desplazó a otras ciudades y pueblos de Palestina, e incluso más lejos. En un principio, la mayoría de las personas que se unían a la nueva fe eran seguidores del judaísmo, para quienes sus doctrinas representaban algo nuevo, no en el sentido de algo novedoso por completo y distinto, sino en el sentido de ser la continuación y realización de lo que Dios había prometido a Abraham, Isaac y Jacob. Por lo tanto, ya en un principio, el cristianismo manifestó una relación dual con la fe judía: una relación de continuidad y al mismo tiempo de realización, de antítesis, y también de afirmación.


La iglesia Cristiana primitiva:

Tras el ministerio de Jesús, descrito en los cuatro Evangelios, el movimiento religioso que había alentado quedó bajo la dirección de los 12 hombres que había elegido para ser sus apóstoles. La mayoría desapareció en la oscuridad y la leyenda de los tiempos, aunque tres de ellos se mencionan como líderes continuadores: Santiago el Mayor, asesinado por Herodes Agripa I en el año 44 d.C.; Juan, su hermano, que al parecer vivió hasta una edad provecta; y Pedro, uno de los primeros dirigentes de la Iglesia de Jerusalén, que también realizó varios viajes misioneros y, según la tradición, sufrió martirio en Roma a mediados de la década del 60. Además de los tres, Santiago, llamado hermano de Jesús, se destacó en la Iglesia de Jerusalén hasta que fue asesinado durante un motín popular en el 61. Antes del estallido en Jerusalén de la rebelión judía contra Roma en el 66, los cristianos abandonaron la ciudad y no estuvieron implicados en la violencia que destruyó Jerusalén en el 70.





La mayor parte de la atención del registro que aparece en Hechos de los Apóstoles se centra en la figura de Pablo, un judío de Tarso que se convirtió al cristianismo en las cercanías de Damasco entre el 33 y el 35 d.C. Tras 14 años de silencio Pablo comenzó a escribir sus epístolas, realizando una obra misionera que le llevó por Siria, Galacia, Asia Menor, Macedonia, Grecia y Roma. Al parecer, sus días acabaron en Roma en los primeros años de la década del 60. Las epístolas de Pablo y Hechos ofrecen al lector algunos datos acerca de la vida de estas primitivas comunidades cristianas y sobre su relación con las culturas hegemónicas.

Los primitivos cristianos se reunían diariamente en el templo y escuchaban los sermones de los Apóstoles, y en los días del Señor (domingos) se juntaban en casas particulares para oficiar la Santa Eucaristía (Liturgia) y con el fin de comulgar de los Santos Cuerpo y Sangre de Cristo.
Asimismo, tenían caridad mutua, de suerte que parecía que tenían un sólo corazón y una sola alma. Muchos cristianos vendían sus haciendas, y el dinero recibido lo entregaban a los Apóstoles y a los pobres.
Un hombre llamado Ananías con su esposa Safira habían vendido su hacienda y trajeron el dinero recibido a los Apóstoles, pero escondieron una parte del mismo. Lo hicieron por dos razones. Por un lado, querían glorificarse entre los cristianos como abnegados y buenos, ya que toda su posesión la dieron a los pobres, y por otro, clandestinamente querían vivir para su propio placer teniendo suficiente plata. Con el fin de cortar de raíz este espíritu nada cristiano, el Apóstol Pedro explicó que la propiedad pertenecía a Ananías y Safira, encontrándose completamente bajo su poder, pero el acto cometido fue un gran pecado. Pedro dijo: "Ananías, ¿por qué permitiste a Satanás introducir en tu corazón el pensamiento de mentir al Espíritu Santo? No mentiste a los hombres, sino a Dios." Al instante, Ananías y luego Safira cayeron muertos.
Los Apóstoles realizaban muchos milagros, y aun la sombra del Apóstol Pedro sanaba a los enfermos. La abundancia de los dones del Espíritu Santo regocijaba a los creyentes y convertía al cristianismo a numerosos incrédulos. Sin embargo, los envidiosos jefes judíos odiaban a los Apóstoles.
Es así como en el contexto judío, se dieron algunas confrontaciones que explicaremos brevemente.
El concepto "
judeocristianos primitivos" es utilizado a menudo al discutir sobre el cristianismo primitivo. Jesús, sus doce apóstoles, los ancianos y la mayor parte de sus seguidores eran judíos. Así como los 3,000 convertidos en Pentecostés luego de la crucifixión descrita en los Hechos de los Apóstoles 2, donde todos los judíos, prosélitos y todos los convertidos al cristianismo eran no gentiles antes de la conversión del oficial romano Cornelio por Simón Pedro en Hechos 10, quien es considerado según la tradición como el primer gentil en ser convertido al cristianismo. La más grande división en el cristianismo antes de ese tiempo se presentó entre los judíos helenísticos y no helenísticos o los de habla griega y los de habla aramea (Hechos 6). Sin embargo, después de la conversión de Cornelio y su aceptación como cristiano, ahora existía otro grupo, los cristianos gentiles. Como un movimiento escatológico, anticiparon que los gentiles se transformarían al Dios de Israel como lo profetizaba Isaías en los versículos 56:6-8. El Nuevo Testamento no utiliza el término "gentil-cristiano" o "judío-cristiano", en cambio Pablo escribe en contra de aquéllos quienes estaban circuncidados, quienes se separaban de los no circuncisos: "En esta nueva naturaleza, no hay griego ni judío, circunciso ni incircunciso, bárbaro, escita, esclavo ni libre, sino que Cristo está en todo y en todos" (Colosenses 3:11).
Circuncisos y no circuncisos se interpretan generalmente como
judíos y griegos respectivamente, siendo estos últimos quienes predominaban. Sin embargo, esto es una simplificación excesiva de la provincia de Judea del siglo I debido a que existían algunos judíos que no seguían circuncidándose, y que algunos griegos (llamados prosélitas o judaizantes) si lo hacían además de otros tales como egipcios y etíopes.




La ruptura con el Judaísmo:

La
Epístola a los Gálatas de Pablo da vigorosa distancia entre aquéllos que podrían "forzar a los gentiles a seguir las costumbres judías". Escribe en fuertes términos que si los gentiles mantienen estas costumbres como una obligación, y están circuncidados, entonces "Cristo no les servirá de nada" (5:2) y si no fuera así, y estos decretos fueran un requerimiento, entonces "Cristo habría muerto en vano" (2:21).
Pablo dice en esta carta, y en otras más, que este mensaje no va en contradicción con los 12 apóstoles. Sin embargo, a él se le envió para el bien de aquéllos que no estaban circuncidados, así como Pedro fue enviado a aquellos circuncidados, tal como lo escribe en Gálatas 2:7-9:
"Al contrario, reconocieron que a mí se me había encomendado predicar el Evangelio a los gentiles, de la misma manera que se le había encomendado a Pedro predicarlo a los judíos. El mismo Dios que facultó a Pedro como apóstol de los judíos me facultó también a mí como apóstol de los gentiles. En efecto,
Jacobo, Pedro y Juan, que yo había recibido, nos dieron la mano a Bernabé y a mí en señal de compañerismo, de modo que nosotros fuéramos a los gentiles y ellos a los judíos".
Apoyando la visión que Pablo no actuaba independientemente, el
Concilio de Jerusalén La primera reunión de los cristianos que puede llamarse concilio está recogida en los Hechos de los Apóstoles, 15,1-31. El llamado concilio de Jerusalén fue un encuentro de Pedro, Pablo y los dirigentes de los cristianos de Jerusalén en torno al año 50. En él se discutió la mejor forma de convertir a los gentiles, de acuerdo a Hechos de los Apóstoles 15, determina que la circuncisión no era un requerimiento a los nuevos convertidos, pero los aconseja de evitar "El sacrificio a los ídolos, de sangre, de la carne de animales estrangulados y de la inmoralidad sexual". La base de estas prohibiciones es expresamente clara, Hechos 15:21 dice: «En efecto, desde tiempos antiguos Moisés siempre ha tenido en cada ciudad quien lo predique y lo lea en todas las sinagogas todos los sábados» (NVI); que significa que estas medidas están basadas en la Ley de Moisés. Algunos interpretan esto como que los gentiles son instruidos a obedecer estas cosas, no como un principio de ley, sino que para no ofender a aquéllos entre quienes se vive, los que están bajo la instrucción de ancianos en las sinagogas. Otros argumentan que el pequeño conjunto de requerimientos impuestos en los gentiles cristianos por el concilio no eran escogidas arbitrariamente, sino que corresponden a enseñanzas fariseas con respecto al pacto con todas las naciones, con su padre común Noé, que luego se llamaron Leyes de Noé.


Pablo frecuentemente chocaba con un grupo de "cristianos judaizantes". En 2 de Corintios 11:5 y 12:11 llamaba a sus oponentes «preclaros» y «eximios» apóstoles. Le escribe a los gálatas describiendo como él reprende a Pedro en público por sus acciones debido a que hacía pensar que la adherencia a Cristo incluía el respeto a las leyes dietarias. Sin embargo, los requerimientos de la ley en la ética, son claramente mantenidos por Pablo, en oposición a los términos culturales, tal y como son entendidos por la interpretación de la corriente principal del cristianismo.
El Nuevo Testamento hace mención de que Pablo era un observante de la ley por el bien de los judíos. En Hechos 16 el personalmente circuncida a
Timoteo, un griego, cuyo padre era griego, debido a que su madre era de fe judía y en Hechos 21 Jacobo reta a Pablo sobre el rumor que él enseñaba rebelión en contra de la ley. Pablo siguió el consejo de Jacobo de ir al Templo de Jerusalén, sin embargo, cuando gente de Asia menor (el hogar de Pablo) lo vio, comenzó una revuelta de proporciones.
El uso (o abuso, como dicen los tradicionalistas) de inventar una separación radical entre el cristianismo y todas las cosas que los judíos frecuentemente destacaban, comenzó en los primeros tiempos y a través de toda la historia de la iglesia cristiana. El
Marcionismo, un movimiento del siglo II, todavía llamada la "más peligrosa" herejía jamás confrontada por la Iglesia Cristiana, rechazaba a los Apóstoles, e interpretaban un Jesús quien rechazaba la Ley de Moisés usando 10 epístolas paulinas y el Evangelio según Lucas. Las tendencias modernas que aseguran que el Antiguo Testamento no contiene instrucción válida para los cristianos de hoy o aseguran que la "libertad en Cristo" de Pablo son llamadas antinomianismo, aunque es muy común, todavía son condenadas bajo el nombre de Marcionismo.
Muchos estudiosos modernos se preguntan que pasó a aquellos quienes requerían la circuncisión para los gentiles convertidos. Refiriéndose a los apóstoles "no paulinos" como
nazarenos (Jacobo, Pedro, y Juan), estos estudiosos han juntado evidencia que los judíos cristianos crecieron y prosperaron por un tiempo en Judea y en las áreas que la rodean. Posteriormente se convirtieron a grupos tales como los Ebionistas, quienes son llamados derogativamente re-judaizantes quienes rechazaban el movimiento cristiano que se había desarrollado entre los gentiles. En otras palabras, creían que el quiebre entre Pablo y otros apóstoles era radical y permanente. Estas perspectivas controversiales tienen un fuerte respaldo entre la academia moderna.


Después de haber leído esto podemos decir que en conclusión una importante causa del alejamiento del cristianismo de sus raíces judías fue el cambio en la composición de la Iglesia, que tuvo lugar más o menos a fines del siglo II (es difícil precisar cómo se produjo y en qué periodo de una forma concreta). En un momento dado, los cristianos con un pasado no judío comenzaron a superar en número a los judíos cristianos. En este sentido, el trabajo del apóstol Pablo tuvo una poderosa influencia. Pablo era judío de nacimiento y estuvo relacionado de una forma muy profunda con el destino del judaísmo, pero, a causa de su conversión, se sintió el “instrumento elegido” para difundir la palabra de Cristo a los gentiles, es decir, a todos aquellos que no tenían un pasado judío. Fue él quien, en sus epístolas a varias de las primeras congregaciones cristianas, formuló muchas de las ideas y creó la terminología que más tarde constituirían el eje de la fe cristiana; merece el título de primer teólogo cristiano. Muchos teólogos posteriores basaron sus conceptos y sistemas en sus cartas, que ahora están recopiladas y codificadas en el Nuevo Testamento.

Concilio apostólico en Jerusalén: (año 51)
Cuestión de cumplimiento de la ley ritual. Presidente del Concilio. El fallo del Concilio por el Espíritu Santo. Tres prescripciones de la Ley dejadas como válidas:
En medio de los cristianos de Antioquía surgió la cuestión si sería necesario para los cristianos cumplir la ley ritual mosaica. Entonces los cristianos de Antioquía se dirigieron a los apóstoles y presbíteros de Jerusalén, quienes conforme con lo ordenado por el Salvador (Mat. 18:17 y Jn. 14:26) se reunieron para solucionar este problema. En éste concilio también tomó parte el Apóstol Pablo, aunque su presidente fue el Santo Apóstol Santiago como jefe de la iglesia de Jerusalén y particularmente venerado por su vida piadosa. La cuestión fue estudiada en detalle. Los apóstoles Pedro, Bernabé y Pablo relataron acerca de los milagros que hizo Dios por medio de ellos entre los gentiles y cómo Dios les otorgó los dones del Espíritu Santo.
Los Apóstoles libraron a los cristianos del cumplimiento de la ley ritual de Moisés e hicieron hincapié en el cumplimiento de la ley moral relacionada con el concepto de no hacer a otros lo que no quisiéramos que nos hagan a nosotros. El fallo del Concilio apostólico fue como sigue:
"Ha parecido al Espíritu Santo y a nosotros no imponeros ninguna otra carga más que éstas necesarias: que os abstengáis de las carnes inmoladas a los ídolos, de sangre y desgarro, y de la fornicación, de lo cual haréis bien en guardaros" (Hech. Ap. 15:28-29). De toda la ley mosaica ritual sólo fueron dejadas como válidas las tres prescripciones siguientes: abstenerse de las carnes de idolatría, alimentos basados en la sangre y la fornicación.
En este Concilio se encontraba presente el acompañante del Apóstol Pablo, el Apóstol Bernabé y otros pertenecientes al grupo de los 70 apóstoles. El Concilio Apostólico formuló pautas para los subsiguientes concilios.
Qué deberá hacerse para la presencia del Espíritu Santo en un concilio episcopal. Para que hable por medio de los obispos participantes de un concilio el Espíritu Santo, se precisa el cumplimiento de las dos condiciones siguientes: la conservación de la sucesión apostólica y el cumplimiento de los mandamientos de Cristo, por cuanto el Salvador prometió enviar el Espíritu Santo en caso del cumplimiento infalible de Sus mandamientos (Jn. 14:15-16).

Las persecuciones y el final de la etapa apostólica:

Trabajos de evangelización del apóstol San Pedro:

El Apóstol Pablo en su epístola a los Gálatas (Gal. 2:7-10) dice que le fue confiada la predicación de la Palabra Divina a los gentiles, y al Apóstol Pedro para los judíos. Debido a esta primacía de la evangelización y la presencia del Espíritu Santo, ellos fueron denominados por la Iglesia los apóstoles supremos (príncipe de los apóstoles).

ENCARCELAMIENTO: El Apóstol Pedro, quien fundó la Iglesia entre los judíos y gentiles tuvo que soportar la persecución del rey judío Herodes Agripa (sobrino de Herodes el Grande), que lo encarceló y tenía intención de asesinarlo después de la fiesta de Pascua con el fin de complacer a los judíos. El Apóstol fue echado en la más firme celda de la prisión interna, donde 16 guerreros lo estaban guardando: dos de ellos fueron encadenados al Apóstol, mientras que otros custodiaban un triple portón. Mientras tanto la Iglesia rezaba diligentemente por él eligiendo la oración ante todos otros medios; nadie decía: "Soy pequeño para Dios" y que "mi oración no vale nada." Y el Señor protegió a su Apóstol.

APARICIÓN DE UN ANGEL.: En la víspera de la ejecución, después de la Pascua, los cristianos se reunieron por la noche para la fervorosa oración por Pedro en la casa de la madre del Santo Apóstol y Evangelista Marcos. De repente apareció el Ángel del Señor, y una luz sobrenatural alumbró la prisión, mientras que el Apóstol Pedro, después de encomendarse a Dios, dormía profundamente. El Ángel, golpeando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: "Levántate pronto." Y se cayeron las cadenas de sus manos. Y el Ángel añadió: "Envuélvete en tu manto y sígueme." Pedro salió en pos de él; no sabía si era realidad lo que el Ángel hacía, más bien le parecía que era una visión. Atravesando la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que se abrió por si misma y salieron a una calle, desapareciendo luego el Ángel. Entonces Pedro, vuelto en si, dijo: "Ahora me doy cuenta de que realmente el Señor ha enviado Su Ángel y me ha arrancado de las manos de Herodes y a toda la expectación del pueblo judío" (es decir, del espectáculo de su ejecución). Reflexionando, se fue a la casa de María, la madre de Juan, por sobrenombre Marcos, donde estaban muchos reunidos orando. Golpeó a la puerta del vestíbulo, y salió una sierva llamada Rode, que luego que conoció la voz de Pedro, fuera de si de alegría, sin abrir la puerta, corrió a anunciar que Pedro estaba ante el vestíbulo. Pero ellos, sabiendo que la guardia se encontraba muy reforzada, no le creyeron, diciendo: "Estás loca." Pero ella insistía que era así. Mientras tanto Pedro seguía golpeando, y cuando le abrieron y le conocieron, quedaron estupefactos. Haciéndoles señal con la mano de que callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel por medio de Su Ángel.
La viveza de este relato demuestra que el mismo fue registrado en los Hechos de los Apóstoles (12:1-17) por el Evangelista San Lucas valiéndose de las palabras de un testigo ocular. Este acontecimiento tuvo lugar en el año 44.

APÓSTOL PEDRO EN ROMA: Como se supone, después de su milagrosa liberación el Apóstol Pedro se dirigió a Roma donde conjuntamente con el Apóstol Pablo fundó la Iglesia, pero no fue obispo de Roma, porque Pedro y Pablo pusieron al obispo Lino para dirigir la Iglesia de Roma.
EN EL CONCILIO DE ASIA MENOR Y EN EL EGIPTO: El Apóstol Pedro estuvo presente en el Concilio Apostólico de Jerusalén en el 51; y luego predicó en Asia Menor y en Egipto, donde consagró al primer obispo de Alejandría, su discípulo el Santo Evangelista Marcos.

SU MUERTE: El Apóstol Pedro padeció en Roma conforme con lo vaticinado por Cristo Quien se le apareció. Considerándose indigno de la misma muerte que sufrió Cristo, el Apóstol Pedro, de acuerdo con su propia iniciativa, fue crucificado con la cabeza hacia abajo el 29 de junio del año 67 durante el reinado de Nerón, falleciendo simultáneamente con el Apóstol Pablo.
DOS EPÍSTOLAS: El Apóstol Pedro escribió dos epístolas católicas, en las cuales nos enseña resistir valientemente las tentaciones, pasar la vida piadosa, estricta, santa y sobria, advirtiendo a los cristianos al mismo tiempo acerca de los venideros herejes.
Partiendo de las palabras del Apóstol Pedro, su discípulo el Evangelista Marcos escribió su Evangelio, el cual en la antigüedad se llamaba también el Evangelio de San Pedro.

El primer obispo de Jerusalén: el Santo Apóstol Santiago.

Su vida santa. Miles de judíos convertidos. El Santo Apóstol Santiago fue pariente del Señor según la carne (hijo de José y de su primera esposa o hijo de María, hermana de la Madre de Dios). Fue consagrado obispo de Jerusalén por el propio Señor, de modo que fue el único apóstol que no viajó. El Apóstol Santiago se desempeñó como presidente del Concilio de Jerusalén en el año 51, lo que demuestra que el Apóstol Pedro no se consideraba como primero exclusivo entre los apóstoles. El Apóstol Santiago llevaba una vida santa, era virgen, no comía carne, no bebía vino y frecuentemente rezaba en el templo de Jerusalén prosternado sobre tierra en oración; por eso la piel de sus rodillas se hizo muy dura. Respetando su santa vida, lo veneraban hasta los enemigos del cristianismo. Los judíos le llamaban el justo. En el transcurso de 30 años reforzó y difundió la fe en Jerusalén y en toda Palestina entre muchos miles de judíos (Hech. Ap. 21:20).

ASESINATO DEL APÓSTOL SANTIAGO.: Temiendo que todo el pueblo podría convertirse a Cristo, los jefes de los judíos decidieron matar al Apóstol, y lo derribaron desde la altura del templo a la tierra. Pero Santiago aún vivo rezaba por sus asesinos. En aquel momento surgió la disputa entre los judíos si era necesario matar a un hombre justo, pero uno de los hebreos golpeó su cabeza matándolo.
El Apóstol Santiago escribió una epístola, en la cual consuela a los cristianos en sus padecimientos, y enseña que sería imposible salvarse sin obras buenas, sólo cifrando esperanza en la fe.

San apóstol y evangelista Juan:

Cumpliendo con el mandamiento del Salvador, el Apóstol San Juan cuidó y guardó a la Madre de Dios como un hijo devoto. Por eso al principio predicó solamente en Palestina. Pero después de la asunción de la Madre de Dios (15 de agosto del año 57) el Apóstol San Juan ya predicaba para las siete iglesias de Asia Menor viviendo mayormente en Efeso.
Durante el reinado del emperador Domiciano, fue llamado a Roma, y luego tirado en una caldera que contenía aceite hirviendo; sin embargo, el Apóstol permaneció vivo y sano. Entonces Domiciano lo desterró a la isla Patmos, donde San Juan escribió su Apocalipsis, o sea la revelación de la suerte de la Iglesia y del mundo entero. En el principio de esta obra él dirige su profecía a las siete Iglesias del Asia Menor; y en la segunda parte incluye la profecía referente a la Iglesia y al mundo, presentada bajo imágenes alegóricas que describen la lucha entre el bien y el mal que durará incesantemente.

Santos evangelistas Mateo, Marcos y Lucas:

Los santos apóstoles y evangelistas Mateo (perteneciente a los 12 apóstoles), Marcos (uno de los 70 apóstoles) y Lucas (médico e iconógrafo, perteneciente a los 70 apóstoles) fueron autores individuales de los evangelios; los tres murieron como mártires por la fe cristiana. El Santo Apóstol Lucas escribió también los Hechos de los Apóstoles, donde describió el descenso del Espíritu Santo, la difusión original del cristianismo y la predicación de los Apóstoles Pedro y Pablo. Del libro de los Hechos también aprendemos acerca de la evocación del Espíritu Santo para los que se bautizan, la consagración de los obispos, presbíteros y diáconos, acerca de la oración y el ayuno de los apóstoles en casos importantes, genuflexiones, etc.

Después de haber observado lo sucedido con los discípulos de Jesús podemos decir que se llego al final de la etapa apostólica; lo anterior lo anterior lo podemos explicar brevemente así:


Hacia el año 62, el sumo sacerdote del judaísmo, Ananías, hizo arrestar a Jacobo, que encabezaba la Iglesia de Jerusalén y le ajustició. Uno de sus hermanos, Simón, fue llamado a sucederle, pero la situación política de Israel se agravaba y los conflictos internos del judaísmo eran cada día mayores. Se cree que Pablo fue decapitado y Pedro fue muerto crucificado al revés en Roma durante la persecución por parte de Nerón. Al final del siglo I, de los apóstoles originales vivía tan sólo Juan el Apóstol,que se había trasladado a Éfeso, cuya iglesia se considera madre de muchas de Asia Menor y Grecia, donde se manifestaban brotes gnósticos.
Con el emperador
Vespasiano, el cristianismo siguió extendiéndose, hasta que en el año 90 el emperador bajo el imperio de Nerva (de quien dice su biógrafo Xifilino que «no permitió que se acusase a nadie por haber observado las ceremonias de la religión judaica o haber descuidado el culto de los dioses») pudo regresar Juan a Éfeso, y pocos años después falleció, a edad muy avanzada. Con su muerte (hacia el año 100) concluye la etapa apostólica.
La
Didajé y otros escritos de los Padres Apostólicos documentan las principales prácticas de la iglesia primitiva.



Las persecuciones:




Los emperadores romanos, que gobernaban el mundo, decretaron diez grandes y sangrientas persecuciones. Las persecuciones comenzaron en el año 64.




PRIMERA PERSECUCIÓN: bajo Nerón, alrededor del año 64. — Nerón incendió Roma y culpó a los cristianos. Miles de ellos fueron muertos en las calles; otros eran cosidos en costales, luego embadurnados con pez y quemados vivos en los banquetes nocturnos que Nerón realizaba en sus jardines. San Pedro y san Pablo murieron en esta persecución.


SEGUNDA PERSECUCIÓN: bajo Domiciano, alrededor del año 95. — Durante esta persecución, san Juan fue arrojado a un caldero con aceite hirviente, pero fue preservado milagrosamente. Luego fue desterrado a la isla de Patmos, donde recibió revelaciones divinas acerca del futuro de la Iglesia y de la gloria del cielo, y escribió el Apocalipsis.


TERCERA PERSECUCIÓN: bajo Trajano, cerca del año 107. — El papa san Clemente fue una de sus primeras víctimas; Simeón, segundo obispo de Jerusalén, fue crucificado; san Ignacio, obispo de Antioquía, fue echado a los leones en el anfiteatro de Roma.
Los cristianos de Roma recogieron los huesos de san Ignacio y los enviaron a Antioquía con el mensaje: «Os hemos hecho saber el día de su muerte, a fin de que podamos reunirnos en su aniversario para celebrar su memoria y esperar compartir su victoria» (A.D. 110). Esto prueba la veneración de mártires y reliquias en la Iglesia primitiva. Plinio, gobernador de Betania, envió al emperador Trajano un excepcional informe acerca de los cristianos, en el cual decía: «Se reúnen en ciertos días antes del amanecer para cantar himnos de alabanza en honor a Cristo, su Dios; toman juramento de abstenerse de ciertos crímenes y comen de un alimento corriente pero inocente» (i.e., la sagrada comunión).
Esta persecución continuó bajo Adriano, quien condenó a santa Sinforosa y a sus siete hijos a la muerte. Profanó los lugares sagrados de Jerusalén, y erigió estatuas de dioses falsos en el lugar del calvario y sobre el sagrado sepulcro de nuestro Señor.


CUARTA PERSECUCIÓN: bajo Marco Aurelio, cerca del año 167. — San Policarpo, discípulo de san Juan y obispo de Esmirna, sufrió martirio en la hoguera a los 86 años de vida. La persecución fue terrible en Lyon y Vienne (Francia), donde fueron martirizados san Potino, primer obispo de Lyon, y Blandina, un valiente joven esclavo. Aunque la famosa legión cristiana llamada «Fulminatrix» (La legión fulminante) salvó al ejército de manera milagrosa con sus oraciones, el emperador permaneció implacable hacia los cristianos.
La influencia de san Policarpo fue tan grande que sus acusadores paganos y judíos declararon: «Él es maestro de Asia, padre de los cristianos y destructor de nuestros dioses». Cuando se le pidió que negara a Cristo, contestó: «He servido a Cristo por seis y ochenta años, y nunca me ha hecho mal. ¿Cómo, pues, puedo blasfemar contra mi Rey y Salvador?». Sus cenizas fueron recogidas por los cristianos y colocadas en una tumba, donde celebraron cada año el día de su martirio.


QUINTA PERSECUCIÓN: bajo Septimio Severo, alrededor del año 202. — A pesar de que ste emperador había sido curado por un cristiano, se volvió en contra de ellos. San Clemente de Alejandría dijo de esta persecución: «Todos los días se queman y crucifican mártires antes nuestros ojos». San Ireneo sufrió en Lyon, santa Perpetua y santa Felicidad en Cártago.
El padre de Perpetua, senador pagano de Cártago, le rogó de rodillas que abjurara de Cristo en consideración de su bebé y de la vejez de él, pero con una entereza heroica, la noble señora cristiana rehusó. Fue llevada al arena junto con santa Felicidad, donde sufrieron un glorioso martirio bajo los cuernos de un toro enfurecido y la espada del verdugo.


SEXTA PERSECUCIÓN: bajo Maximino Trax, alrededor del año 236. — Por razón de muchos terremotos, que los paganos atribuían al olvido de sus dioses, se demandó otra persecución de los cristianos con el grito de: « ¡Los cristianos a los leones!». Dos papas, Pontiano y Antero, y muchos otros, sufrieron martirio.


SÉPTIMA PERSECUCIÓN: bajo Decio, cerca del año 250. — Ésta, la persecución más sangrienta y sistemática, y que iba dirigida especialmente en contra de los obispos y el clero, fue decretada por Decio so pretexto de que el cristianismo y el Imperio romano nunca podrían reconciliarse. Entre las santas víctimas se encuentran las vírgenes santa Águeda y santa Apolonia.
San Cipriano escribió entonces que: «El emperador Decio se había vuelto tan celoso de la autoridad papal que dijo: “Prefiero tener un rival en mi imperio que escuchar de la elección del sacerdote de Dios (san Cornelio) en Roma”».


OCTAVA PERSECUCIÓN; bajo Valeriano, cerca del año 258. — En Roma, el papa Sixto II y su diácono, san Lorenzo, fueron martirizados. Cuando se le pidió los tesoros de la Iglesia, san Lorenzo reunió a los pobres y los enseñó a su perseguidor diciendo: «He aquí los tesoros de la Iglesia». Con sereno valor, murió asado en una parrilla.
En Útica, África, 153 cristianos fueron arrojados a las fosas y cubiertos con cal viva.


NOVENA PERSECUCIÓN: ordenada por el emperador Aureliano, y que llegó a fin prematuro a causa de la muerte violenta de éste.


DÉCIMA PERSECUCIÓN: bajo Diocleciano, alrededor del año 303. — Superó a todas las demás en violencia y crueldad. San Sebastián, tribuno de la guardia imperial, sufrió una muerte lenta al ser ejecutado con flechas. Santa Anastasia, la joven santa Inés de Roma, santa Lucía de Siracusa y muchas otras vírgenes consagradas obtuvieron el laurel del martirio. Santa Catalina, virgen noble y culta de Alejandría que reprochó intrépidamente al césar Majencio por su crueldad contra los cristianos y que refutó a los filósofos paganos de su corte, murió por la espada.
Cuando el obispo Félix, quien había rehusado entregar los libros sagrados, fue llevado a ser ejecutado, dijo: «Mejor es que yo sea arrojado al fuego y no los sagrados volúmenes. Te agradezco, oh Señor, pues cincuenta y seis años de mi vida estuvieron en tu servicio. He preservado la castidad sacerdotal, guardado los santos evangelios y predicado Tu verdad. A Tí, oh Jesús, Dios del cielo y de la tierra, me ofrezco como víctima».
Tanto fue el derramamiento de sangre que Diocleciano hizo acuñar una moneda con la inscripción «Diocleciano, emperador que destruyó el nombre cristiano»: jactancia vana. Su favorito, Cesar Galerio, fue atacado por una detestable enfermedad, y, temiendo la venganza de Dios, derogó el edicto de la persecución.

Es en este momento de la historia donde aparecen los mártires, cristianos que no dejaron su religión a pesar de las adversidades.
Según la cruel costumbre de los tiempos paganos, fueron flagelados, mutilados con la rueda, lanzados a las bestias salvajes, quemados en la hoguera, crucificados y torturados en muchas otras maneras.
Las acciones de los mártires proporcionan historias confiables acerca de la gloriosa confesión y muerte de estos héroes cristianos. Fueron copiadas a partir de los registros de los tribunales imperiales o bien fueron escritas según el testimonio de testigos oculares. El papa Clemente dividió Roma en siete distritos, y cada uno contaba con un notario para guardar estos sagrados registros. No obstante, durante la persecución de Diocleciano un gran número de registros fue destruido, pero muchos otros se han preservado intactos hasta el presente y son de gran valor como pruebas de que la fe de los primeros mártires era la de la Iglesia de hoy.
Entre los principales mártires podemos encontrar a:
·
Esteban el primer mártir.
·
Pablo de Tarso
·
Simón Pedro
·
Ignacio de Antioquía, discípulo de San Pedro y primer arzobispo de Antioquía después de él.
·
Policarpo de Esmirna, arzobispo de Esmirna y discípulo de Juan el evangelista


Las persecuciones de los cristianos en la remota antigüedad suscitaban la necesidad de defender la santa fe con ayuda de la palabra y las obras de escritura. Los defensores de la fe de esta clase fueron conocidos como apologistas. Los más famosos apologistas antiguos fueron San Justino el Filósofo, Tertuliano y Orígenes.





Constantino el Grande (306-337).


San Constantino era hijo de Constancio Cloro y de Santa Equia-postólica Elena. Su padre favorecía a los cristianos, y el propio Constantino vio los horrores de la persecución de Diocleciano en la corte imperial y la valentía de los confesores de Cristo, lo que le dispuso a favor del cristianismo. En el año 306 fue proclamado emperador.
En año 312 surgió la guerra contra Majencio. Antes de un combate decisivo, Constantino vio en el cielo un brillante signo de la santa Cruz con las palabras que le acompañaban: "Con ésta vencerás." De noche le apareció en sueños el Salvador y presagió la victoria. Constantino ordenó confeccionar la imagen de la Cruz sobre todos los estandartes. En la batalla que sobrevino, Constantino ganó una decisiva victoria.
Después de convertirse en el único emperador romano, Constantino dedicó toda su vida al servicio del cristianismo. Declaró la libertad de confesión de la fe cristiana (313), puso fin a los juegos y holocaustos paganos, otorgó privilegios al clero y a las iglesias, confirmó la santificación del día domingo, construyó numerosos templos cristianos y derogó las leyes gentiles dirigidas contra el cristianismo. Su capital la mudó de Roma a Constantinopla.
En Palestina, la madre de Constantino, Santa Elena, halló la Cruz del Señor, y erigió 20 templos en los sitios de los principales acontecimientos evangélicos.


La unión de la Iglesia Estado:
Pronto se hizo sentir el pernicioso efecto de esta primera unión entre la Iglesia y el Estado. Constantino no aceptaba otra autoridad más que la suya, y recurría a medidas violentas para hacerla obedecer. Se puede dar un ejemplo de esto. Un hereje destacado, llamado Arrio, expuso un credo religioso que negaba la deidad de Cristo. Enseñaba él que el Señor había sido creado por Dios como todos los otros seres, y que, consiguientemente, no era coeterno con Dios. Los obispos cristianos denunciaron esta doctrina, con razón, como una horrible blasfemia; Arrio y sus seguidores fueron excomulgados por la iglesia, y la posesión y difusión de sus escritos fueron declaradas pecados capitales. En cambio, Constantino consideró la herejía una mera minucia, y ordenó promulgar un edicto imperial mandando que los herejes excomulgados fueran restaurados a la comunión de la iglesia. Fue Atanasio, obispo de Alejandría, el que discernió el verdadero peligro en las enseñanzas de Arrio, y se resistió firmemente a esta intervención. Estaba totalmente dispuesto a resistirse a la orden del emperador y a sufrir persecución y destierro por su defensa de esta gran verdad central del cristianismo: la deidad del Señor Jesús. En el Concilio de Nicea, en el año 325, la deidad de Cristo recibió sanción oficial, y fue formalmente enunciada en el original Credo Niceno.



El edicto de Milán 313 d.C : A pesar de muchos y lastimosos fallos, se debe admitir que Constantino hizo muchas cosas de gran valor en su tiempo, y que su legislación en general da evidencia de la silenciosa acción de principios cristianos. Él fue el responsable de la redacción del famoso Edicto de Milán —a veces llamado la Carta Magna de la Cristiandad. Concedía a los cristianos una libertad total y absoluta para el ejercicio de su religión. Sería difícil encontrar un mayor contraste que el que se observa entre la posición de la iglesia al principio y al final del reinado de Constantino. Como bien ha dicho Miller: «La encontró encarcelada en minas, mazmorras y catacumbas, y excluida de la luz del cielo; y la dejó en el trono del mundo.» Sin embargo, ello fue en cumplimiento de la profecía inspirada: «Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás» (Ap 2:13).}

Ahora ya podemos comprender la importancia que tuvo el emperador Constantino para la realización del Cristianismo en Roma y su pronta expansión por Edmundo en resumen; podemos decir que; la conversión del emperador Constantino situó al cristianismo en una posición privilegiada dentro del Imperio; se hizo más fácil ser cristiano que no serlo. Como resultado, los cristianos comenzaron a sentir que se estaba rebajando el grado de exigencia y sinceridad de la conducta cristiana y que el único modo de cumplir con los imperativos morales de Cristo era huir del mundo (y de la Iglesia que estaba en el mundo), y ejercer una profesión de disciplina cristiana como monje. Desde sus comienzos en el desierto egipcio, con el eremitorio de san Antonio, el monaquismo cristiano se propagó durante los siglos IV y V por muchas zonas del Imperio romano. Los monjes cristianos se entregaron al rezo y a la observación de una vida ascética, pero no sólo en la parte griega o latina del Imperio romano, sino incluso más allá de sus fronteras orientales, en el interior de Asia. Durante el inicio de la edad media, estos monjes se transformaron en la fuerza más poderosa del proceso de cristianización de los no creyentes, de la renovación del culto y de la oración y, a pesar del antiintelectualismo que en reiteradas ocasiones trató de hacer valer sus derechos entre ellos, del campo de la teología y la erudición.

Las herejías:


Se denomina herejía a la doctrina que contradice la verdadera fe cristiana. Desde el principio aparecieron en la Iglesia diferentes enseñanzas erróneas bajo influjos del judaísmo y del paganismo.
La herejía de los judaizantes negaba la divinidad del Señor Jesucristo y exigía el cumplimiento de la entera ley mosaica. Gnósticos: La herejía derivada del paganismo denominada la de gnósticos (gnosis = conocimiento) se fundaba en dos principios: el Dios y la materia que siempre luchan entre si, incluyendo también el concepto de eones, o divinidades inferiores, y la ciega suerte. Según esta teoría, Cristo pertenecía a los eones superiores y poseía cuerpo fantasmal. Antitrinitarios: La herejía de los Antitrinitarios rechaza el dogma de la Santísima Trinidad (Pablo de Samosata y Savelio).
Todas las herejías provienen por el orgullo de la mente humana que no quiere aceptar la fe en su puro sentido. Por eso una herejía es un pecado mayor que los pecados individuales cometidos por debilidad. Muchos jefes de herejías fueron altamente amorales, lo que toleraba Dios para poner de manifiesto su orgullo.
Las disputas de
doctrinas comenzaron en los inicios del cristianismo. La iglesia cristiana organizó concilios para resolver estos asuntos. Los concilios que representan a toda la iglesia cristiana fueron llamados concilios ecuménicos. Algunos grupos fueron rechazados por herejes, como por ejemplo:


Simonianismo
Nicolaitanismo
Judaizantes
Gnosticismo (basados en el "misterio" de Pablo en Romanos 16:25)
Marcionismo (llamada la amenaza más peligrosa jamás enfrentada)
Montanismo (Tertuliano, "Padre de la Iglesia Latina", era un seguidor)
Alogi
Mandeanismo
Monarquianismo
Nestorianismo (fomentado por Nestorio, un Patriarca de Constantinopla)
Apollinarianismo
Arrianismo (siglo cuarto, fomentado por Arrio, un sacerdote)
Docetismo


Arrianismo: Arrio (250 - 336) proponía que Jesús y Dios estaban muy separados y eran entidades diferentes: Jesús estaba más cerca de Dios que ningún otro humano, pero nació humano, y no tenía una existencia previa, por ende no era Dios, más sí una persona parecida o semejante a Dios, sin necesariamente ser el mismo. Por otra parte, Dios había existido siempre. Arrio sentía que cualquier intento de reconocer la deidad de Cristo podría desdibujar la línea entre el cristianismo y las religiones paganas. Si el cristianismo reconocía dos dioses separados, el Padre y Jesús, se convertiría en una religión politeísta.


Siglo IV:


Cambio constantiniano:
Críticos de la unión de la iglesia cristiana y el estado, apuntan a este cambio como el comienzo de la era del constantinianismo, cuando el cristianismo y la voluntad de Dios gradualmente se vieron identificadas con la voluntad de la elite regente; y en algunos casos fue más que una justificación religiosa para el ejercicio del poder.


Credo Niceno: Dentro del Concilio de Nicea, la asamblea compuso un credo para expresar la fe de la iglesia cristiana. Se incluyó entre otras cosas la intervención de Constantino para que se incluyera la palabra “consubstancial”,[1] llegando finalmente al Credo de Nicea.

Cesaropapismo: El Cesaropapismo se inició cuando el Papa León III coronó al rey del Sacro Imperio Romano Germánico, Carlomagno, ocasionando dos efectos: El apoyo de la Iglesia Cristiana al Estado y viceversa, el apoyo del Estado a la Iglesia Cristiana, lo cual derivó en el Cesaropapismo, que sostenía la teoría del origen divino de los reyes y les daba poder absoluto sobre la religión y el gobierno a la misma vez.


Las controversias cristológicas: Las controversias cristológicas incluyen examen de preguntas como: ¿era Cristo divino, humano, un ser angélico creado, o más allá de una simple clasificación en una categoría? ¿Los milagros de Cristo realmente cambiaron la realidad física o sólo eran simbólicos? ¿El cuerpo de Cristo realmente se elevó de la muerte o el Cristo resucitado era un ser sobrenatural que no estaba limitado por las leyes físicas?
Arrio, Atanasio de Alejandría
Diodoro de Sicilia, Teodoro
Cirilo de Alejandría y Nestorio
El
concilio de Éfeso anti-Nestoriano y el concilio de Calcedonia anti-Monofisita en 451.
La búsqueda por reconciliación y la herejía de una voluntad(
monotelitismo, la creencia de que Jesucristo tenía una voluntad (divina) como oposición a la de dos voluntades, una divina y otra humana). El Quinto Concilio Ecuménico condenó el monotelitismo y falla al alcanzar la reconciliación deseada por el emperador bizantino.

Reavivamiento del paganismo por Roma en el siglo cuarto: Golpeado por estos desarrollos, el emperador
Juliano (denotado "el Apóstata" debido a su rechazo del cristianismo y conversión al Mitraísmo y al Neoplatonismo) intentó restaurar el estado anterior entre las religiones al eliminar los privilegios (exención de impuestos entre el clero cristiano, por ejemplo) dado por antiguos emperadores romanos como Constantino, prohibiendo a las distintas denominaciones cristianas perseguirse entre sí y volviendo a traer a arzobispos quienes habían sido proscritos por el arrianismo, alentando al judaísmo y una suerte de neopaganismo.


Cristianismo niceno se opone a los emperadores bizantinos:
San
Atanasio exiliado de su arzobispado en Alejandría al menos cinco veces por oponerse al arrianismo.
San
Juan Crisóstomo (Patriarca de Constantinopla) muere en el exilio por criticar a la corte imperial en sus homilías.
El cristianismo se convierte en religión del Estado: La oposición de
Juliano duró por poco, emperadores como Constantino II repelieron las acciones de Juliano e incentivaron el crecimiento del cristianismo. Este estado de cosas fue finalmente forzado por una serie de decretos (como el Edicto de Tesalónica) por el emperador Niceno Teodosio I, comenzando en febrero de 381, y continuando por su reinado.
En esta época podemos encontrar que se da la
Pentarquía; que es la organización de la iglesia cristiana en 5 patriarcados.